Si viéramos una pieza gráfica, packaging o web sin logotipo, ¿seríamos capaces de reconocer a qué marca corresponde solo por su cromática o por su estilo fotográfico?, ¿podríamos identificarla por la tipografía que usa o por su sistema de firma?. La respuesta debería ser sí, siempre y cuando su universo visual se haya construido de manera coherente.
A la hora de enfrentarse a la construcción del universo visual es cuando realmente estamos construyendo marca, el diseño es una buena parte de este trabajo, ya que se compone de muchos otros factores, pues es un proceso que explora buscando integrar significados con formas.
Traducir ideas a formas es un trabajo que requiere de estrategia y de mucha disciplina.
Sintetizar ideas complejas al plano visual es una tarea intensa que en diseño pasa por descartar muchos caminos hasta dar con el adecuado, el que realmente represente y active las percepciones deseadas. Durante todo este proceso se debe ir evaluando su idoneidad. Y es que la creación de este tipo de proyectos conlleva una alta responsabilidad, ya que será la máxima representación de la marca de cara a sus audiencias.
¿Cuales son los aspectos a tener en cuenta?
– Significados
– Atributos
– Inspiración
– Historia
– Forma
– Tipografía
– Combinaciones
– Espacio
– Perspectiva
– Realidad
– Patrones
El universo visual de una marca se reduce a una determinada apariencia y sensaciones que componen el lenguaje con el que la marca se va a expresar hacia sus públicos, ofreciéndoles su punto de vista, su opinión, el cómo se comporta hacia la sociedad. Por medio de imágenes, color, tipografía y formas. De esto se compone su programa de comportamientos y la convierte en un ente que crea conexiones hacia sus audiencias para que nos enamoremos de ellas y las queramos como si fueran parte de nuestra vida.
Gracias a su personalidad creamos figuras en nuestras mentes para atribuírselas dotándolas de vida, haciéndolas crecer. Las grandes marcas están muy atentas a todo lo que nos importa para crear diálogos y siempre darnos todo aquello que creemos necesitar. Son muy listas nuestras queridas lovemarks, ¿verdad?. Pero no todo es obra de la magia, no es que os describa un ideal de sociedad consumista en el que las marcas sean nuestras amigas especiales que siempre saben qué darnos para tenernos contentos. Detrás de todas estas marcas hay un gran trabajo de investigación para crear estrategias que se adelanten a las necesidades de los mercados y nos embarquen por medio de la emoción hacia el puerto del consumo.
Por ejemplo, Nivea lleva desde 1911 en nuestras vidas, de madres a hijas, de abuelas a nietas. En mis recuerdos más personales con mi abuela siempre había una latita de nívea en su mesilla de noche, y antes de acostarse se aplicaba la crema en las manos. Hoy en día, en un mercado hiper saturado como es el de la cosmética esta marca ha sobrevivido renovándose una y otra vez sin dejar de estar presentes en nuestro día a día. Evolucionando tanto producto como comunicación, ajustando su universo visual en función de sus objetivos, Nivea es una de esas marcas que, al comprarlas, sientes que parte de ese impulso de compra viene motivado por tus recuerdos. Para el que quiera indagar más sobre la evolución de esta marca solo tiene que entrar en su web
En definitiva, hablamos de la suma de un todo. Los elementos que componen un universo visual deben diseñarse con la intencionalidad de hacer tangible la estrategia de la marca formando un todo que esté continuamente activo. Diseño, color, imágenes, tipografías y un alto grado de poder sensorial son los elementos que crean los universos.
La apariencia la definen el color, la escala, la proporción, la tipografía y el movimiento. Las sensaciones se basan en las experiencias y en las emociones.
Abbot Miller. Pentagram.
Mari Ángeles Parrilla. Senior Art Director.
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