Domesticar: reducir, acostumbrar la vista y compañía del hombre al animal fiero y salvaje.
Al igual que los animales salvajes que viven solamente persiguiendo el objetivo de sobrevivir, existen marcas que aún viven en su hábitat natural, es decir, el negocio puro y duro de hacer dinero.
Este post es para aquellas marcas que aún viven sin ser domesticadas, que no se han esforzado por “acostumbrarse a la vista y compañía del hombre”. Estamos en pleno año 2015, en una sociedad civilizada, sobreinformada, sensible y muy exigente. Las personas no queremos productos, queremos vivir experiencias con ese producto, queremos más. Esto no es una moda pasajera, este fenómeno en el que el cliente tiene el poder (y las marcas, quieran o no quieran, tienen que ir detrás de ellos) irá evolucionado, irá a más.
La supervivencia de una marca ya no es cuestión de casualidad, o de competir solamente por quién tiene los mejores precios o productos. La supervivencia de una marca depende directamente de la evolución que lleve a cabo para conseguir estar más cerca de sus públicos.
Por ejemplo, ¿por qué tantas y tantas marcas renegadas a desarrollar su propia aplicación móvil si sus clientes, quieran o no, están 23 horas del día con un móvil en las manos?
La clave para que las marcas se “acostumbren” al mundo y sobrevivan, no es otra que mirar meticulosamente a nuestro público, estudiarlo detalladamente para entrar en sus vidas: ¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Dónde está? ¿Qué necesidades puedo cubrirle con mi producto? ¿Cómo puedo llegar hasta él y cómo tengo que hablarle?
El Branding nunca fue una herramienta más, sino una filosofía de trabajo de las empresas para lograr diferenciarse, posicionarse y, sobre todo, para lograr que las marcas no se queden atrás en una sociedad de constante evolución y cambios. Una filosofía para domar una marca en un mundo salvaje.
Y tú, ¿tienes domesticada tu marca?
Aurora Alonso. Brand Executive.