Si Lavoisier, uno de los precursores de la química, viviera en nuestros tiempos, no dudaría en clasificar el marketing como una modalidad de energía. Como sabemos, la energía es aquel intangible que potencia y dota de movilidad a la materia, y tiene que ver más de lo que pensamos con el marketing.
Lavoisier diría, adaptando su propia cita, que «el marketing ni se crea ni se destruye, sólo se transforma». Esto explica exactamente lo que sucede en la relación entre el marketing y el branding. Tanto uno como otro es creado y aplicado para hacer crecer, orientar, o dirigir a las empresas hacia una dirección en concreto según sus objetivos. La estrategia de marketing de una empresa es esencial para dotarla de movilidad y vida, por ello la comparamos con la energía.
Ahora bien, la energía cambia de forma según el medio. El branding jamás llegó para “derrocar” al marketing. No son conceptos enemigos ni competentes, son perspectivas distintas sobre las que entender una estrategia empresarial. Branding no es más que una evolución, una transformación del marketing desde el punto de vista estratégico.
¿Cuál es la diferencia entre marketing y branding?
El marketing, desde un punto de vista superficial, se refiere a “hacer mercado”, gestionar una empresa desde el conocimiento, entendimiento e interpretaciones del mercado en sí. El branding, visto desde el mismo punto superficial, se refiere a “hacer marca”, gestionar una empresa desde la marca, entendida como un activo estratégico en sí por el cual se guían todas las actividades y comunicaciones de la empresa.
Numerosos portales y páginas web confirman que el branding es el nuevo marketing. En los años 90, ya estaba pasando algo en Procter & Gamble que desprendía un olor revolucionario: se comenzaba a dotar de cierto protagonismo al valor de su marca; hasta el día de hoy que en esta propia empresa, los mismos directores de marketing han pasado a ser nombrados directores de marca.
De esta acción se desprende que la marca no es una disciplina nueva que anula o desfasa el marketing (de lo contrario, P&G no sólo hubiese cambiado el nombre del puesto, sino también al ocupante), significa una evolución de este y por supuesto, una adaptación a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades y comportamientos del cliente.
¿Por qué ha nacido el branding? O es más, ¿llegó a nacer algún día o siempre ha estado ahí?
Efectivamente, el valor de marca siempre ha estado ahí, pero no siempre se le ha prestado toda la atención que merece; hasta que la sociedad, la tecnología y las tendencias dieron a luz a un nuevo modelo de consumidor caracterizado por estar sobreinformado, ser más exigente, más social, y cuyo comportamiento de compra muchas veces está capitaneado por las emociones.
En branding, siempre hablamos del consumidor por su importante relación con el valor de marca. Hoy en día, es imposible que una marca se posicione si no se relaciona con los consumidores (y viceversa), por ello las empresas tienen la obligación de entender a sus clientes como únicos “posicionadores” y verdaderos protagonistas de su estrategia empresarial.
Tomando conclusiones y poniéndonos un poco más históricos de lo normal, no solo hablamos de esa transformación que Lavoisier nos enseñó hace siglos sobre esa energía (del marketing), sino también de la teoría de la supervivencia de Darwin, puesto que también hablamos de adaptación al mercado y por supuesto, a nuestros protagonistas: los clientes.
Fuentes
http://goo.gl/Bpd2MM
Aurora Alonso. Brand Executive.