En estos días modernos donde los haya, damos demasiadas cosas por sentado, entre ellas los colores. Nos rodean infinidad de artículos que usamos a diario con miles de matices y colores varios y muy pocas personas se paran a pensar o analizar ni su evolución ni su origen. Nadie recuerda los tiempos en los que no había tanta variedad ni de materiales ni, por supuesto, colores.
De hecho, no hace tantos años atrás el color era un auténtico lujo.
Muchas son las teorías sobre el color, pero el único principio aceptado a día de hoy es el de Isaac Newton, que estableció su base en que la luz es color. Newton descubrió que la luz del sol al pasar a través de un prisma se dividía a su vez en varios colores. O sea, la descomposición de la luz en los colores del espectro. Un fenómeno que podemos ver a menudo al reflectar la luz sobre una superficie como el cristal o un plástico, o en los arcoíris, ese espectáculo de la naturaleza tan fotografiado.
Pero el campo del color siguió evolucionando y fue un tema muy interesante para pensadores, filósofos y avanzados de la época, por ejemplo Goethe, que realizó un estudio en el que probaba las reacciones psicológicas del ser humano ante la exposición a diferentes colores. Esta investigación es la base de lo que actualmente conocemos por la psicología del color. Bajo las premisas marcadas por Goethe se han construido asociaciones y variaciones que hoy en día marcan las tendencias cromáticas de la comunicación que nos rodea.
El uso de determinados colores no es algo que se decida al azar, todos los colores despiertan percepciones distintas y pueden influenciar en nuestras emociones y a veces, hasta en nuestro estado mental. Pero para poder conocer en profundidad todos los matices tenemos que analizar al detalle uno por uno. Empecemos por el más emocional: El Rojo.
Un color muy usado por las marcas que buscan despertar percepciones de vitalidad y entusiasmo, y es que aumenta la frecuencia cardíaca, y a su vez aumenta los niveles de adrenalina y nos convierte en seres enérgicos y entusiastas. Y aquí es cuando las marcas ahondan en estos principios y se valen de estos valores para conectar con sus audiencias.
Nescafé basa su comunicación en el rojo, café y energía nos despiertan de buena mañana, o Coca-Cola que nos aporta esa chispa de la vida que nos hace ser felices y mucho más.
Pero el color rojo no solo transmite ese simbolismo, dependiendo de los usos sociales pueden transmitir otras percepciones, como por ejemplo denotar prohibición. Aunque esta creencia viene de la Edad Media, en Amsterdam encontramos el famoso ‘Barrio Rojo’ lleno de prohibiciones, pecados y por qué no decirlo: prostitución. O las tarjetas rojas en fútbol, el rojo de los semáforos o las señales de stop en tráfico.
En el antiguo Egipto este color era símbolo de todo lo malo, ya que lo conectaban con el color del calor sofocante del desierto. Por contra, en países de climas más fríos tiene interpretaciones más positivas. En Rusia lo perciben como un color magnífico, valioso o hermoso, como su Plaza Roja (plaza hermosa).
Los aztecas usaban 70.000 cochinillas para obtener una libra de tinte rojo, haciendo que fuera el segundo producto más exportado de México. Y es que hace siglos que los colorantes tenían origen animal, hoy en día el petróleo y muchos componentes sintéticos hacen que esta práctica se haya quedado atrás.
Carlomagno mandó pintar su palacio imperial y la catedral donde estaba su trono de un brillante tono rojo para demostrar su gran poder frente la iglesia, lo que era rojo pertenecía al emperador. Más tarde iglesia y nobleza se valían de este tono para sus ropas y castigaba duramente a cualquiera que lo usara si no pertenecía a ese estatus social.
Aunque el rojo es mucho más:
- Es el arco superior del arcoiris.
- Fue el primer color al que el ser humano puso nombre.
- Es la longitud de onda más larga
- Varios estudios afirman que es el primer color que ven los bebés.
- Provoca fascinación y atracción fisiológica.
Cuando vemos el color rojo, nuestros músculos reacciona con mayor fuerza y energía.
El rojo aumenta nuestra reacción física porque lo consideramos una señal de peligro.
En definitiva, un color pasional y contradictorio que juega con su ambigüedad para transmitir sensaciones. El mundo de la comunicación y las marcas está repleto de matices rojos que el público interpreta e interioriza.
Sus innumerables tonos y variaciones despiertan calor, fuerza, pasión, amor, vitalidad, poder …. y vida.
Mari Ángeles Parrilla. Senior Art Director